Por Marcelo Reyes “Chelón”
Hoy jueves nos dejamos caer en la sala SCD de Bellavista, con toda la esperanza de ver y escuchar un poco de Punk Rock Chileno y del bueno, para necesariamente darle de comer a nuestro vicio favorito, el hambre no se puede olvidar, debemos ser responsables.
Llegamos y nos arrimamos directamente a los camarines del lugar, donde los Quiltro Cristo se hidrataban en familia, preparándose para salir armados de bombas a morder al público presente, como lo suelen hacer, con toda la rabia necesaria y justa que acostumbra el combo perruno más querido del barrio.
Juan Pingao y su manada saltó al escenario con quince minutos de retraso, pero automáticamente al comenzar el show, los quiltros comenzaron a ladrar y morder directamente a las canillas, para animar al resto de la jauría, que estaba expectante y silente, pero invitada a disfrutar del sonido en vivo de la banda, con demasiada honestidad para no parar de celebrar y celebrarnos de que estamos todos vivos, tal vez por fortuna. Claramente no fue su mejor noche, pero el concepto canino, rabioso, callejero, con mucho olor a copete, orina y smog, funcionó a la perfección durante casi una hora, una hora de esa poesía punk, con esos clásicos bailes sincopados del señor de las teclas, los ritmos volátiles del Loco Rojas, las guitarras psicodélicas del Karl y un atronador bajo del David, que sonó excelente todo el rato y marcó el pulso durante una noche muy pero muy destroy.
Finalizando el ruido y las declamaciones del Pingao, saltó al escenario del lugar la Dolce Vita, quienes nos entregaron un show sólido, no sin leves problemas en la voz al comienzo del espectáculo, pero que con el transcurso de los minutos mostró una solidez sónica que merecía mayores testigos y nos mantuvo pegados hasta el fin.
“Siglos de Engaño”, su último disco editado tras demasiadas décadas de silencio, sonó fuerte durante la noche, incluso apoyados con visuales de sus últimos videos clips que se mezclaron con las cervezas que circularon entre las butacas del espacio y nos dejaron en claro que: La Dolce Vita goza de muy buena salud.
No les mentimos que queríamos escuchar esos clásicos noventeros que La Dolce Vita puso en nuestros oídos post dictadura en las ondas radiales y por la Tv, un remember de esos lindos años donde el Rock Chileno comenzó a ser amado y respetado por nosotros y dejando de lado el mirar desde abajo a los rockers del otro lado de la cordillera, así tal cual.
Finalmente la presión no se pudo contener y Pierre, tras un par de diálogos con la gente, se animó a comenzar a cerrar una noche redonda, con los clásicos de los noventa, “Quiero sol” y ese par de covers que son: “amor a la mala” y “calla”, pero en quinta velocidad, tal como piden los tiempos actuales y en total concordancia con el sonido actual de la banda.
En resumen: una noche perfecta de rock and roll, con pocos testigos, unos Quiltro Cristo con la cadena suelta como siempre y La Dolce Vita simplemente sólidos y que acá en
Circulovicioso te lo contamos, así tal cual.